La
capacidad de Amar
Los seres humanos decimos que amamos, pero muchos de
nosotros no sabemos todavía qué es eso exactamente.
El egocentrismo de nuestro actual desarrollo
evolutivo denota todavía un nivel narcisista en el
que las relaciones tienden a desenvolverse de manera
muy primaria. Todavía pensamos que el amor es un
sentimiento de atracción por el que abrazamos tan
sólo lo que nos satisface, y dejamos de amar cuando
sentimos molestia, muy lejos del corazón nuclear y
la esencia.
Mientras uno gana ese Amor, que más tiene que ver
con la identidad profunda que con las maravillas de
la persona que uno abraza, expresamos los patrones
emocionales que aprendimos en la familia de nuestra
infancia. El crecimiento personal del ser humano y
el acceso a un nivel más elevado del apego, también
llamado amor, pasa por la ampliación de consciencia
y la superación de los patrones de dependencia.
A veces, llamamos egoísta a la persona que vive
exclusivamente interesada en ella, a una mente que
gira, una y otra vez, alrededor de su propia y
cerrada esfera. Nadie es culpable del nivel
evolutivo en el que se encuentra, tal vez porque la
vida es un camino en el que vivimos una lección tras
otra. Toda una carrera en la que nos doctoramos en
expansión de identidad y descentralización gradual
de la persona. La experiencia de identidad “Yo” se
amplía y pasa del cuerpo físico a la familia, de la
familia a la sociedad, de la sociedad al mundo y del
mundo al Universo.
La vida es una llamada a la continua universalidad
de nuestros intereses y a la ampliación del margen
de tolerancia.
La “diversidad” es la lección con la que se expande
nuestro ego, en general, atrincherado en ideas
exclusivas y limitadas.
A menudo, sucede que hasta el sacrificio más grande
que podamos hacer para favorecer a otra persona, en
realidad, es porque en algún nivel sentimos una
satisfacción compensatoria. A veces, nos motiva la
imagen de benefactores que ofrecemos. Otras veces,
se debe a la manipulación soterrada para lograr que
se nos quiera. Muy pocos seres son los que han
conquistado la pureza de corazón para moverse en
apoyo al otro tan sólo por amor y compasión de
manera altruista y desinteresada.
La capacidad de amor es consecuencia de un camino de
profundidad y aprendizaje del alma. El hecho de
propiciar el bien de alguien, sin ni siquiera
acumular satisfacciones propias, es un logro
evolutivo que todavía tiene más que ver con el
milagro de la Gracia. El yo superficial e individual
es lo que ahora tenemos. Es el equipaje del que se
sirve la vida en este plano para ser expresada.
Conforme vayamos avanzando en el Camino, disolviendo
narcisismo y desprendiendo defensas y corazas,
podremos decir “soy amor”. Tal vez, en esa desnudez
del alma, todos y ninguno, somos el objeto de
nuestra más íntima mirada.
El amor es un estado de conciencia en el que lo
Profundo se abre y revela. Mientras tanto, nos
contentamos con decir que seremos felices mientras
alguien a quien decimos amar se comporte a la medida
de nuestras complacencias. Porque, desgraciadamente,
cuando éste no satisface nuestras ocultas
necesidades y hace aquello que no nos gusta y nos
altera, se olvidan los caminos cálidamente
recorridos y nacemos a la separación y a la sordera
del alma.
Corazón abierto. En realidad, ¿quién eres?
Infinitud, océano de conciencia. |
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